—¿Ya soy una mujer?
El cuerpo cambia, crece. Toma formas predestinadas a cumplir funciones, lo busquemos o no.
No ah habido un solo hombre en mi vida. Pero eso no me hace sentir segura de ser inocente del todo.
Conozco a las mías. Me molesta mucho pensar en jugar el juego de hombres y mujeres. Es inevitable.
Probé siendo un amigo para mis hombres. Y luego tan cerca, note la circunferencia de sus ojos cafés.
Las formas masculinas son tan caprichosas. Llaman mi atención los hombres reales.
Protectores innatos, fieles guardianes, fuertes, decididos y con agallas.
Me gusta ver caminar la templanza en ellos, antes de atacar con su fuerza bruta. Y se apropia mi suspiro.
—¿Ya, ya soy una mujer?
Si cuando está cerca tiemblo en escalas enanas.
Y pienso que no estoy tan segura de no necesitar un hombre en mi vida.
Y creo que ya no sueño con el chico tierno, que no ve fútbol.
Nunca me gusto el guapo. Y ahora sueño con un valiente, para el que no estoy preparada.
—¿Ya?
De ninguna manera me conformo con los brazos fuertes, y manos firmes que me tienden por ahora.
Quiero uno. Uno solo.
Saber que somos.
—Hazme saber
~